El amor es uno de los sentimientos más intensos que experimenta el hombre; no es raro escuchar que por amor las personas haríamos casi cualquier cosa pero, ¿qué es el amor? y ¿por qué este sentimientos puede hacernos “perder el piso”, hasta llegar a poner en riesgo nuestra propia vida?
Desde la perspectiva biológica el amor es una experiencia influenciada por diferentes hormonas que se manifiestan en diversas etapas de la vida. En la primera etapa se presenta la excitación sexual, regulada, principalmente, por la testosterona y dura pocas semanas. En una segunda etapa se presenta el enamoramiento, que regulado por la dopamina, consiste en una atracción sexual hacia una persona específica que puede prolongarse hasta por dos años. Finalmente, en la etapa de cariño, que implica principalmente un vínculo emocional entre la pareja que debió haber sido construido en la etapa de enamoramiento, la pareja encuentra motivos para permanecer unidos que tienen que ver con gustos, expectativas y demás cuestiones que la pareja tiene en común. Esto activa la función de la oxitocina y el vínculo puede mantenerse de manera indefinida.
El enamoramiento es, en esencia, una fantasía sobre la cual se puede construir el amor, ya que en el enamoramiento la persona no necesita conocer bien al otro para experimentar un sentimiento apasionado por él, sino que este sentimiento se basa en una idealización de las partes que consideramos buenas o atractivas de la otra persona, mientras que lo negativo pasa por alto. Al finalizar la etapa de enamoramiento en una pareja, se espera que permanezcan las experiencias y momentos que la pareja compartió y los elementos que tienen en común, como ese “pegamento” que los unirá, una vez que termine esta etapa, aunque también puede suceder que, llegado este momento, la pareja se de cuenta de que no tiene suficientes elementos que los unan, provocando una separación.
Las separaciones pueden ser muy difíciles, especialmente cuando las dos personas se encuentran en distintas etapas de la vida o cuando las razones para estar con una pareja tienen que ver con un síntoma como la dependencia, el masoquismo o la devaluación de sí mismo. En estos casos, al haber una separación, una de las dos personas no puede aceptarlo porque eso implica que se dejará de satisfacer una necesidad importante.
Por otra parte, toda separación implica un duelo. Lo ideal en un duelo es que al final la persona pueda integrar las partes buenas del “objeto perdido” y que las pueda vivir como parte de él mismo; sin embargo, los duelos pueden complicarse cuando la persona siente que al perder al objeto este se lleva todo lo bueno con su partida, dejándonos vacíos y desvalidos, lo que puede desembocar en una depresión muy fuerte en donde verdaderamente sea posible morir de amor.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) cada 40 segundos hay un suicidio en el mundo y se ha observado que las rupturas y decepciones amorosas son una de las principales causas de suicidio en adolescentes. Asimismo, los hombres entre 14 y 19 años de edad son considerados población de riesgo. Es importante entender que en un proceso tan intenso como el enamoramiento salen a flote nuestras más cualidades más positivas pero también nuestros miedos e inseguridades más profundas, por lo que es recomendable estar al pendiente de ello y analizar cuáles son las razones por las que queremos permanecer con nuestra pareja una vez que la fantasía del enamoramiento se ha ido; por ello, hay que preguntarnos: ¿conozco bien a mi pareja?, ¿puedo detectar sus defectos y cualidades?, ¿puedo aceptarlo(a) tal y como es?, ¿qué cosas tenemos en común?, ¿su forma de ser me lastima o me motiva a ser mejor?, etc.
Dedicarle tiempo a analizar con honestidad nuestra relación, mejora nuestras posibilidades de trabajar en ella o bien de poder comenzar el proceso de duelo teniendo en mente que en una pareja las dos personas aportan elementos tanto positivos como negativos. Al estar de nuevo solos, seguimos siendo personas con defectos y virtudes. Podemos rescatarlas cosas de esa relación y también aprender de lo negativo y trabajarlo para nuestro beneficio en futuras relaciones.
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