Los primeros meses de un bebé son fundamentales para el desarrollo del pequeño y para el establecimiento de los vínculos entre ambos, pues esta es la base para el desarrollo de su personalidad.
El ser padre o madre primeriza puede causar angustia y miedo, sobretodo porque nunca se ha vivido antes la experiencia de tener un bebé. Sin embargo, es necesario guardar la calma y tener paciencia para comprender las señales que el bebé manda a su cuidador. Para entender mejor sus necesidades, debes tener la capacidad de sensibilizarte frente a estas señales que transmite el pequeño. Recuerda aprender a relacionarse con un recién nacido no es algo que se dé de manera rápida, más bien, se trata de un proceso.
Durante los primeros meses de vida, tu bebé tiene enormes necesidades de cercanía física, por lo que es necesario que te acerques a él para acariciarlo con suavidad, mirarlo, permitirle que reconozca los olores de tu piel, sostenerlo en los brazos y hablarle. Es muy importante mantener esta cercanía con tu pequeño, pues estuvo dentro de tu cuerpo 9 meses y, al salir, necesita seguir sintiéndote cerca, lo que le genera seguridad y confianza. El padre también debe provocar esta cercanía, pues el bebé va identificando los olores de papá y de mamá.
El nacimiento de un ser humano lleva consigo un cúmulo de emociones y, en ocasiones, te sentirás llena de entusiasmo y felicidad o, por el contrario, agotada, agobiada y sin saber qué hacer. Todo esto forma parte del proceso, te estás adaptando a tu nueva condición de madre o padre. No debes sentirte mal por ello, compartir tus sentimientos con tu pareja podría reconfortarte. Recuerda que tu serenidad y plenitud son elementos esenciales para la felicidad de tus hijos. Papá y mamá deben ser un frente unido y apoyarse mutuamente, pues juntos, complementándose, lograrán guiar y formar a sus hijos.
Procura mantenerte relajada y tranquila, ya que tus emociones influyen enormemente en tu bebé. Si llegaras a presentar algunos síntomas como tristeza, falta de ilusión, agobio, dificultad a la hora de afrontar tareas, incapaz de cuidar al pequeño, culpa, insomnio, pérdida del deseo sexual o cambios drásticos de estado de ánimo, es recomendable buscar ayuda psicológica, ya que es algo que podría afectar el vínculo entre tu bebé y tú.
Por otro lado, cada bebé que nace es único. Su desarrollo y expresión personal van a tener características y ritmos propios, por lo que en lugar de recurrir a teorías generales sobre los cuidados de los recién nacidos, tendrás que estar atenta a cada necesidad y respuesta de tu bebé. Busca momentos en los que tu pequeño esté tranquilo pero alerta; estos son los momentos ideales para interactuar con él.
Para saber si tu pequeño está tranquilo observa que:
* Tenga una expresión facial suave y relajada.
* Mantenga sus piernas y brazos relajados (pero no flácidos).
* Sea capaz de quedarse tranquilo cuando lo tocas, te mira a la cara y escucha tu voz.
Aprende a leer las señales que transmite tu bebé mientras juega e interactúa. Estimúlalo y en cuanto a los juguetes y las actividades, busca cosas adecuadas para mirar, escuchar y tocar.
Los padres son las personas más importantes para un bebé; son su principal referente respecto al mundo que lo rodea, y son con quienes establecerá su primera relación, que será su modelo para establecer otras relaciones. Si la vinculación con los padres es satisfactoria y hay un buen apego afectivo, el pequeño crecerá emocionalmente sano.
Al convertirte en padre o madre tendrás que enfrentarte a nuevas tareas y nuevos roles. La paternidad y la maternidad se van construyendo en la medida en que se pueda ir formando al bebé con las características, los sueños, las historias y los deseos de cada progenitor. Adentrarse a este camino plantea ciertas demandas; sin embargo, la recompensa es enorme.