noviembre 20, 2024

Siete errores que boicotean las dietas

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Luisa Maya Funes
Luisa Maya Funes
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Alteraciones de la imagen corporal

Es frustrante someternos a un régimen con la finalidad de bajar de peso, sentir que nos hemos torturado o sacrificado ‘casi sin comer’ y confrontarnos con el hecho de que la báscula no se movió. En estos casos resultaría muy útil ser autocríticos y evaluar las verdaderas razones por las que no se alcanzaron los resultados esperados.

Podemos observar que esta situación sucede con mayor frecuencia en personas que se someten repetitivamente a múltiples regímenes con la finalidad de disminuir su peso corporal, pero al llegar a un determinado peso se estancan y repentinamente dejan de adelgazar o, en el peor de los casos recuperan el peso perdido e incluso después de haber reducido su peso llegan a aumentarlo, resultando con un mayor grado de obesidad; éstas personas pueden llegar a convertirse en auténticas cazadoras de dietas, pero sin alcanzar jamás los resultados deseados, por lo que habría que analizar su conducta alimentaria a lo largo del proceso de reducción.

Son muchas las causas que pueden llevarnos a éste tipo de fracasos; aquí analizaremos brevemente algunas de ellas:

1.- Trastornos metabólicos, genéticos o endocrinos

Existe una multiplicidad de causas de esta índole por las cuales nos puede resultar difícil bajar de peso; ya sea por trastornos tiroideos, hipotalámicos, ováricos, corticales, diabetes, síndromes genéticos, entre otras. Sin embargo, las estadísticas han demostrado que sólo el 2 a 4% de los pacientes con sobrepeso u obesidad padecen este tipo de trastornos; en los casos restantes, el sobrepeso se debe a su excesivo consumo alimentario, a sus inadecuados hábitos con la comida o a la falta de actividad física y el sedentarismo.

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2.- Origen del sobrepeso

Hay que evaluar de dónde surge nuestro sobrepeso; si se debe a alguna causa de origen orgánico, habría que acudir con un buen especialista, pero no un medico que somete a todos sus pacientes al mismo tipo de tratamiento, sino a uno que evalúe el origen de nuestro problema y nos diseñe un tratamiento personalizado acorde a nuestras necesidades individuales. También nosotros debemos analizar o considerar en forma autocrítica desde cuando hemos presentado sobrepeso: cómo se inició, si desde la infancia, la adolescencia o en qué etapa de la vida adulta, si su inicio se vincula con algún factor causal de tipo orgánico o psicológico especifico, cómo hemos vivido nuestro sobrepeso, cómo nos ha afectado, cuál ha sido la historia o la trayectoria de nuestra obesidad o, en su caso, la evolución de nuestras recaídas y las causas que las han originado. En función de ello sería conveniente elegir a un especialista para que recomiende el régimen adecuado.

3.- Actitudes personales y familiares respecto a la alimentación

Es común toparnos con familias donde todos sus miembros son obesos, por lo que el sobrepeso es algo previsible dentro de ese contexto familiar; otras en las que hay uno o dos miembros con sobrepeso, los cuales suelen ser el blanco de las burlas o agresiones familiares afectando su autoestima. Hay que evaluar nuestra dinámica familiar con relación a la comida; a veces ésta se vuelve un estilo de interacción o comunicación donde toda la familia se reúne sólo para comer, o la comida puede servir como premio, castigo o agasajo, enseñándonos a depender de los alimentos en momentos específicos de nuestras vidas como situaciones de alegría, depresión o ansiedad. Si esto nos sucede habría que evaluar cómo corregirlo o a quién recurrir para que nos oriente.

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4.- Alteraciones de la imagen corporal

Nos hemos acostumbrado a mantener un peso o una imagen corporal específica y que al modificarla corramos el riesgo de deprimirnos, ya sea por subir o bajar de peso y no logremos adaptarnos a nuestra nueva figura. O en el caso de algunas personas que han padecido algún tipo de abuso sexual, el sobrepeso puede presentarse como un factor de protección, previniendo que al verse “atractivos” puedan ser víctimas de un nuevo ataque o agresión. Para ello existe la psicoterapia o la terapia frente al espejo. Otro elemento importante es que al vernos más delgadas e ir incrementando nuestra autoestima “nos confiamos” y dejamos de hacer las cosas con el mismo nivel de compromiso, permitiéndonos cada vez más libertades y transgresiones hasta el punto de perder el control y, consecuentemente, dejamos de perder peso.

5.- Manejo de la ansiedad

Desde el punto de vista psicológico todos tenemos algún mecanismo específico para el manejo de nuestras tensiones y ansiedades; generalmente las personas con sobrepeso tienden a hacerlo a través del excesivo consumo alimentario, de tal forma que pueden llegar a bajar de peso, pero frente a las situaciones de estrés, si no modifican su conducta alimentaria tenderán a presentar recaídas y, por lo tanto, volverán al sobrepeso.

6.- Conducta alimentaria

Otro elemento a considerar es nuestra actitud frente a la comida; saboteamos nuestro régimen alimentario manipulando el tamaño de las porciones que debiéramos consumir, o comemos perdiendo el control y manipulando la dieta; así, sustituimos unas cosas por otras aunque en el fondo estamos bien conscientes de que no son equivalentes; podemos suplir una fruta por un pastel o podemos permitirnos imaginar que algunas bebidas alcohólicas no contienen calorías cuando sabemos que están saturadas de ellas, o mediante el descontrol frente a la comida al restringirnos hasta casi “morir de hambre” y luego “desquitarnos” comiendo desaforadamente, o al ponernos tentaciones enfrente sabiendo que somos incapaces de manejarlas, o mediante nuestros pequeños “permisos o premios” tras haber “hecho la dieta” sin considerar todo lo que la hemos manipulado. En fin, tantas y tantas trampas que somos capaces de hacer, pero incapaces de ver….

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7.- Objetivo de bajar de peso

Generalmente no lo tenemos suficientemente definido, nos sometemos a un régimen por recomendación de la pareja, los amigos o porque deseamos vernos bien para un evento, una boda o una fiesta o para “caber” en el vestido o pantalón nuevo, por vanidad o por cualquier otra razón, pero sin establecer un compromiso firme, definitivo y a largo plazo con nuestra salud, nuestra autoestima y nuestra imagen corporal.

Como podemos observar no son las dietas las que no funcionan, somos nosotros los que no hemos decidido funcionar con las dietas y, así, podemos pasar de una dieta a otra sin comprometernos con ellas ni establecer cambios permanentes en nuestro estilo de vida, en nuestros hábitos de alimentación, en nuestra conducta alimentaria, en nuestro nivel de actividad física y muy especialmente con nuestro proyecto de ser delgados.

Imagen cortesía de
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