La autoestima tiene que ver con la percepción o juicio que hace cada quien de sí mismo; las personas que la tienen adecuadamente desarrollada tienen la capacidad de comportarse de forma independiente, ser responsables, entusiastas, tolerantes a la frustración y con una alta capacidad de expresividad emocional. Pero a todo esto ¿Cómo podemos desarrollar la autoestima en nuestros hijos?
Las últimas investigaciones sobre la psicología de la autoestima, mencionan que los niños con una mayor autoestima son aquellos que:
a) Demuestran un alto interés por los compañeros y las relaciones sociales de los hijos, es decir, conocen personalmente a sus amigos y a sus padres, fomentan la tolerancia a la diversidad y el desarrollo de la crítica constructiva.
b) La disposición de los padres para dialogar con ellos, implica una amplia apertura de mente para escuchar TODAS sus inquietudes, permitiéndoles la expresión emocional e intelectual, sirviendo de guía sin imponer los puntos de vista, con la capacidad de rescatar la enseñanza o valor positivo de cada situación.
c) Tienen claridad en las normas y reglas que se aplican en casa, siendo estrictos y firmes siempre con un sentido educativo y a favor del desarrollo personal y familiar. Los padres tienen un alto interés en el bienestar económico de sus hijos, lo que significa que existe una clara orientación de los padres a cubrir las necesidades básicas de lo hijos, brindándoles todo aquello que se considere necesario para su adecuado desarrollo.
d) Sus padres exigen un auto-perfeccionamiento constante del menor, pero siempre en congruencia con las normas familiares y las capacidades del menor.
e) Son padres que tienden a recompensar más el logro que a castigar los errores, siendo la recompensa adecuada a logro, y siempre después del cumplimiento de la meta, y nunca antes.
f) Los padres con autoestima pobre tienden a ser sumamente rígidos y castigadores, con poca capacidad para adaptarse a las situaciones cambiantes que presenta la crianza y educación infantil, tendiendo a sentirse altamente frustrados y agresivos.
Los puntos anteriores reflejan que si los padres tienen un interés genuino en sus hijos, fomentan sus relaciones sociales, son justos y consistentes, exigentes en la medida justa y tendientes a reforzar los logros de manera adecuada; en lugar de ser castigadores, tendrán hijos con una alta capacidad de adaptación a las situaciones sociales, escolares y laborales; serán responsables y amables, y podrán expresar sus emociones y se respetarán a sí mismos. En pocas palabras, tendrán una alta autoestima.