La Organización Mundial de la Salud (OMS) convoca a los países y socios de salud mundial para que fortalecer la lucha contra la malaria, una enfermedad prevenible y tratable que continúa cobrando cientos de miles de vidas cada año. Es necesario mejorar las intervenciones; nuevas herramientas y un mayor financiamiento para cambiar la trayectoria global de la enfermedad y alcanzar los objetivos acordados internacionalmente.
Según el último informe mundial sobre el paludismo de la OMS, el progreso contra el paludismo sigue estancando, especialmente en los países africanos con una alta carga de la enfermedad. Las brechas en el acceso a herramientas que salvan vidas están socavando los esfuerzos mundiales para frenar la enfermedad; y se estima que la pandemia de COVID-19 retrase aún más la lucha.
“Es hora de que los líderes de África, y del mundo, se enfrenten una vez más al desafío de la malaria, tal como lo hicieron cuando sentaron las bases para el progreso realizado desde principios de este siglo”, dijo el Director General de la OMS, Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus. “Mediante la acción conjunta y el compromiso de no dejar a nadie atrás, podemos lograr nuestra visión compartida de un mundo libre de malaria”.
En el año 2000, los líderes africanos firmaron la histórica Declaración de Abuja comprometiéndose a reducir las muertes por paludismo en el continente en un 50% durante un período de 10 años. El firme compromiso político, junto con las innovaciones en nuevas herramientas y un fuerte aumento en el financiamiento, catalizaron un período de éxito sin precedentes en el control mundial de la malaria. De acuerdo al informe, desde el año 2000 se han evitado 1,500 millones de casos de malaria y 7.6 millones de muertes.
Estancamiento en el progreso
En 2019, el recuento mundial de casos de malaria fue de 229 millones, una estimación anual que se ha mantenido prácticamente sin cambios durante los últimos 4 años. La enfermedad cobró unas 409 mil vidas en 2019, en comparación con 411 mil en 2018.
Como en años anteriores, la Región de África soportó más del 90% de la carga total de morbilidad. Desde 2000, la región ha reducido su número de muertes por malaria en un 44%, de un estimado de 680 mil a 384 mil al año. Sin embargo, el progreso se ha ralentizado en los últimos años, especialmente en países con una alta carga de la enfermedad.
Un déficit del financiamiento tanto a nivel nacional como internacional representa una importante amenaza para los beneficios en el futuro. En 2019, la inversión total alcanzó los 3 mil millones de dólares estadounidenses frente a un objetivo global de 5,600 millones de dólares. La escasez de fondos ha provocado brechas que resultan críticas en el acceso a herramientas comprobadas de control de la malaria.
COVID-19 representa un desafío adicional
En 2020, COVID-19 surgió como un desafío adicional para la prestación de servicios de salud esenciales en todo el mundo. Según el informe, la mayoría de las campañas de prevención de la malaria pudieron avanzar este año sin grandes retrasos. Asegurar el acceso a la prevención de la malaria, como mosquiteros tratados con insecticida y medicamentos preventivos para niñas y niños, ha respaldado la estrategia de respuesta COVID-19 al reducir el número de infecciones por malaria y, a su vez, aliviar la presión sobre los sistemas de salud. La OMS trabajó rápidamente para proporcionar a los países orientación para adaptar sus respuestas y garantizar la prestación segura de servicios de paludismo durante la pandemia.
Sin embargo, a la OMS le preocupa que incluso las interrupciones moderadas en el acceso al tratamiento puedan provocar una pérdida considerable de vidas. El informe encuentra, por ejemplo, que interrupir en un 10% en el acceso a un tratamiento antipalúdico eficaz en el África subsahariana podría provocar 19 mil adicionales. Las interrupciones del 25% y el 50% en la región podrían resultar en 46 mil y 100 mil muertes adicionales, respectivamente.
“Si bien África ha demostrado al mundo lo que se puede lograr si nos unimos para poner fin a la malaria como amenaza para la salud pública, el progreso se ha estancado”, explicó el Dr. Matshidiso Moeti, Director Regional de la OMS para África. “COVID-19 amenaza con descarrilar aún más nuestros esfuerzos para superar la malaria, particularmente en el tratamiento de personas con la enfermedad. A pesar del impacto devastador que COVID-19 ha tenido en las economías africanas, los socios internacionales y los países deben hacer más para garantizar que los recursos estén ahí para expandir los programas de malaria que están marcando una diferencia en la vida de las personas«.
Respuesta de la OMS
Una estrategia clave para reactivar el progreso es la respuesta de Alta carga a alto impacto, catalizada en 2018 por la OMS y la Alianza RBM para poner fin al paludismo. La respuesta está liderada por 11 países, incluidos 10 del África subsahariana, que representan aproximadamente el 70% de la carga mundial de paludismo.
En los últimos 2 años, los países de Alta carga a alto impacto se han alejado de un enfoque de «una talla» para el control de la malaria, optando, en cambio, por respuestas personalizadas basadas en datos e inteligencia locales. Un análisis reciente de Nigeria, por ejemplo, encontró que a través de la optimización de intervenciones, el país podría evitar decenas de millones de casos adicionales y miles de muertes adicionales para el año 2023. Esto en comparación con un enfoque habitual.
Si bien es demasiado pronto para medir el impacto del enfoque de Alta carga a alto impacto, el informe menciona que las muertes en los 11 países se redujeron de 263 mil a 226 mil entre 2018 y 2019. India siguió obteniendo avances impresionantes, con reducciones en los casos y muertes de 18% y 20%, respectivamente, durante los últimos 2 años. Sin embargo, hubo un ligero aumento en el número total de casos entre los países de HBHI, de aproximadamente 155 millones en 2018 a 156 millones en 2019.
En la Región de las Américas
En el informe se expone que tanto Belice como El Salvador no se presentaron casos de malaria en 2019 y se prevé que permanezca sin cambios en 2020. Belice, Guayana francesa, Guatemala, Haití, Honduras y Perú fueron alcanzarón el objetivo de morbilidad por malaria de 2020 de una reducción de al menos un 40% en la incidencia de casos. Se estima que Bolivia, Brasil, México y Surinam han reducido la incidencia de la malaria en menos del 25% en 2020 en comparación con 2015.
Se estima que Colombia, Costa Rica, República Dominicana, Ecuador, Guyana, Nicaragua, Panamá y Venezuela, tienen un aumento en la incidencia de casos de más del 40% en 2020 en comparación con 2015.
Cumplimiento de los objetivos mundiales de malaria
El informe de este año destaca los logros y eventos clave que ayudaron a dar forma a la respuesta mundial a la enfermedad en las últimas décadas. A partir de la década de 1990, los líderes de los países afectados por la malaria; los científicos y otros socios sentaron las bases para una nueva respuesta a la malaria. Lo que contribuyó a uno de los mayores retornos de la inversión en salud mundial.
Según el informe, 21 países eliminaron la malaria en las últimas 2 décadas; de estos, 10 países fueron certificados oficialmente como libres de malaria por la OMS. Ante la amenaza constante de la resistencia a los medicamentos antipalúdicos; los 6 países de la subregión del Gran Mekong continúan logrando importantes avances hacia su objetivo de eliminar la malaria para el año 2030.
Pero muchos países con una alta carga de paludismo han ido perdiendo terreno. De acuerdo a las proyecciones mundiales de la OMS, el objetivo de 2020 de reducción de la incidencia de casos de malaria se incumplirá en un 37% y el objetivo de reducción de la mortalidad en un 22%[.]