medicinaLisa Randall, catedrática de Harvard y una de las científicas más brillantes del siglo XXI, tiene una clara convicción: el ser humano debe liberarse del yugo del mundo tridimensional.
En la física, afirma en su libro Warped Passages, siempre que se ha buscado más allá de lo conocido, ha aparecido información inesperada.
Los átomos, por ejemplo, evidenciaron la presencia de quarks, partículas que eran inimaginables hace sólo medio siglo.
Una búsqueda que movió a genios apasionados por temas comunes, pero con visiones encontradas, como Albert Einstein o Niels Böhr, a desarrollar teorías que transformaron al mundo.
Todo objeto, todo ser vivo, es energía. Y si el flujo de ésta se ve interrumpido o alterado, la consecuencia será una disfunción, manifestada a través de la enfermedad.
Durante el siglo XX, hablar de teoría cuántica nos remitió siempre a lo más profundo de la ciencia. Sin embargo, su aplicación en favor de la salud será cada vez más cercana al ser humano.
Los principios cuánticos aplicados a la medicina buscan caminos para proveer a un cuerpo enfermo, de energía que lo sane. Pero no de cualquier tipo de energía sino de aquella que utiliza su propio ADN.
Dicho con simplicidad, busca despertar la “memoria de las células” a través de la aplicación de cuantos de energía.
¿A través de qué vías?
La cromoterapia es, en el presente, una de sus herramientas más eficaces.
El poder terapéutico del color fue destacado por Leonardo da Vinci en el siglo XVI, cuando sugirió que filtrar la luz del sol a través de vidrios de colores era una técnica útil para sanar dolencias.
Sin embargo, el poder del color sobre el ser humano forma parte de la sabiduría de culturas milenarias como la china o la egipcia.
Cada color –descompuesto a través de un prisma cristalino- posee una longitud de onda y vibración distinta. Y aplicados al cuerpo envían órdenes al cerebro, y a sus terminaciones nerviosas, que crean respuestas positivas.
El rojo es considerado un estimulante natural de las funciones del hígado y la circulación de la sangre.
En naranja, un color antifatiga y protector del sistema respiratorio. El amarillo, un generador natural de equilibrio para el sistema digestivo.
El verde limón un estimulado de la fortaleza ósea. El azul, un aliado en los tratamientos de asma.
El violeta, una herramienta para ayudar en los tratamientos de epilepsia y fobias.
Posibilidades que nos tientan pero que nos hace pensar también en la charlatanería.
El suministro de radiaciones electromagnéticas (solares) permite tratar males diversos. En el presente, dichas radiaciones son suministradas a través de sofisticados equipos que, en muchos casos, son de manufactura italiana o alemana.
Principios que ganan terreno y que serán cada vez más accesibles.
Un camino por andar que aún es largo, pero que es terreno fértil para la investigación que realizan disciplinas como la química orgánica o la biofotónica.
La búsqueda del equilibrio del cuerpo, y una vez más, la evidencia de que el ser humano es un todo indivisible que reconcilia, cada vez más, la metafísica con la ciencia.