“Dieta” es una palabra que muchas veces usamos mal, tratamos peyorativamente o miramos de reojo. Según el diccionario de la lengua española la palabra dieta proviene del griego “diaita” y significa régimen de vida. Es decir, la dieta representa la alimentación habitual o diaria de una persona.
El que sea saludable o no, es otra cosa. La confusión radica en que las personas asocian dieta con bajar de peso y en realidad es lo que comemos diariamente, sea saludable o no.
El nutriólogo Matías Marchetti, especialista en conducta familiar nos explica en su libro Método #MarchettiRules. La actitud para aprender a nutrirte y comer lo que quieras que, “hay dos aspectos de esta palabra que solemos malinterpretar, y son ellos, precisamente, los que muchas veces nos llevan a demonizarla».
El primero es su finalidad, ya que siempre la relacionamos con el descenso de peso, cuando, en realidad, puede diseñarse para complementar una actividad deportiva, para potenciar ciertos nutrimentos durante el embarazo, para ganar masa muscular o para combatir una enfermedad, entre otros propósitos.
“Fotocopia”
«El segundo error es que la vinculamos a la famosa “fotocopia” llena de comidas para la semana, con ideas aburridas, monotemáticas y, muchas veces, erradas, mientras que, en verdad, no tiene nada que ver con eso.
Por el contrario, dieta debe relacionarse más con un cambio de vida, de mentalidad, de hábitos, en el que todo el nuevo plan de alimentación esté creado a la medida de cada persona”.
Dejemos de satanizar la palabra dieta y démosle otro enfoque
“De todas formas, hay un enfoque que sí creo necesario revisar, porque cuando nos vamos del diccionario de la lengua española a los libros de Medicina, la palabra dieta tiene una definición más compleja: es una construcción alimenticia basada en productos inocuos y nutritivos.
Y ahí está el meollo del asunto, ya que un jugo en polvo fabricado con edulcorantes es decididamente bajo en calorías… pero no es inocuo ni nutritivo. Como ese, podría dar miles de ejemplos en los que las dietas más resonantes plagan nuestras alacenas de productos ultraprocesados vacíos de nutrimentos”, resalta Marchetti.
Haz las paces
El especialista internacional en nutrición resalta en su libro de reciente lanzamiento que, “ese es, para mí, nuestro mayor reto: hacer las paces con la menospreciada dieta, pero incluir en ella los adjetivos inocuo (que no hace daño) y nutritivo (que nutre), para poder priorizar los alimentos que cumplen las dos premisas y dejar en segundo plano los que obedecen a una y no a la otra.
Así comprenderemos, por ejemplo, que el alcohol en bajas proporciones no hace daño, pero que tampoco nutre; que las gaseosas bajas en calorías o las golosinas “saludables” no cumplen con ninguno de los dos requisitos y que los alimentos reales siempre son la mejor opción.
Es una regla simple para aplicar antes de hacer las compras y una garantía para empezar con el pie derecho. De esa forma, tendremos un vínculo sano con la comida y podremos acceder, de vez en cuando, a placeres que no van a hacernos mal porque serán parte de una planificación inteligente».