No hay vuelta atrás. La precaria salud de millones de mexicanos, consecuencia de décadas de malos hábitos en la alimentación y dañinas prácticas en el estilo de vida, han ocasionado un serio problema de salud pública.
De modo que no es extraño encontrar en las familias mexicanas a uno o varios de sus miembros afectados por alguna enfermedad crónica como obesidad, males metabólicos, diabetes, hipertensión arterial, etcétera.Y aunque es justo decir que esta situación fue consecuencia de la imposición de nuevos hábitos de consumo y políticas que poco han contribuido al bienestar de las familias, la mayoría de la población está enfrascada en un modus vivendi que no ha sido del todo beneficioso para su salud.
La transición de la década de los 80 a los años 90 trajo consigo la estandarización de comida rica en grasa y alimentos densamente energéticos, (ácidos grasos trans); consumo elevado de refrescos y jugos, (bebidas carbonatadas); porciones extra-grandes; consumo de alimentos preparados fuera de casa, etcétera.
La inclusión de nuevos hábitos alimenticios y factores como el sedentarismo nos pone frente a una problemática de altos vuelos, que quizá la mayoría de la población no alcanza a dimensionar aún.
El hecho de dejar de consumir alimentos ricos en fibra y optar por los de alto valor calórico y con pocos nutrientes, además de llevar una vida sedentaria y dejarnos seducir por la comodidad de establecimientos de comida rápida “fast food”, nos llevó a la emergencia sanitaria que hoy vivimos.
La obesidad es uno de los factores determinantes en el desarrollo de diabetes y de acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2012, la prevalencia de sobrepeso y obesidad entre la población adulta de nuestro país es de 71.3 por ciento. En cuanto a diabetes, el número de mexicanos que la padece se incrementó al pasar de 7.2 por ciento en 2006, a 9.2 por ciento en el año 2012.
Así las cosas, la Secretaria de Salud, Mercedes Juan, dijo en el marco de la Primera Reunión Latinoamericana de Alto Nivel en Diabetes, que de no revertir la tendencia creciente de diabetes, se podría reducir la esperanza de vida lograda en los últimos 40 años. Una declaración impactante si consideramos que el aumento de la expectativa de vida de la población ha sido un avance que supone sociedades con mejores niveles de bienestar, salud, educación.
De no detenerse la tendencia creciente, «tendremos generaciones con poca productividad por lo que se requiere aplicar medidas como el que la industria reformule sus productos para que sean más saludables y promover el consumo de alimentos más sanos para el organismo«, comentó la titular de Salud.
Si bien se han llevado a cabo campañas de comunicación orientadas a promover estilos de vida saludable y se han echado a andar acciones como la Estrategia Nacional para la Prevención y el Control del Sobrepeso, la Obesidad y la Diabetes en octubre de 2013, todavía es muy temprano para considerar que dichos esfuerzos estén teniendo un impacto en la incidencia de estas enfermedades, pero es urgente.
En el Foro Internacional sobre «Alimentos Saludables en las Escuelas«, organizado en la ciudad de México por la agrupación Alianza por la Salud Alimentaria, expertos comentaron que la mayoría de los niños, desde prescolar hasta secundaria, siguen consumiendo elevadas cantidades de botanas, galletas, pastelillos y confituras, ya que las escuelas públicas y privadas de nivel básico no han logrado cubrir los lineamientos de los alimentos y bebidas establecidos desde 2010 para tratar de disminuir el sobrepeso y la obesidad en los escolares.
En el Foro, especialistas del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) indicaron que son ‘mínimos‘ los avances para que los niños aumenten el consumo de frutas, verduras y agua sin sabor durante su estancia en las escuelas. Informaron que 40 a 60 por ciento de los directores de las escuelas desconocen qué botanas, bebidas azucaradas y pastelitos no son permitidas, y 60 por ciento carece de los materiales para la aplicación de los “Lineamientos generales para el expendio o distribución de alimentos y bebidas en los establecimientos de consumo escolar de los planteles de educación básica”.
Resaltaron que sólo la tercera parte de las escuelas cuentan con bebederos y un alto porcentaje de ellas no están en condiciones óptimas, lo que representa un riesgo para la salud, debido a que los niños acceden al consumo de agua no purificada y en 80 por ciento de los planteles continúa la venta de bebidas azucaradas.
Es importante que tanto padres y madres de familia, maestros, autoridades y la sociedad en general tomemos un papel más activo para velar por mejores condiciones de vida para nuestros niños y niñas y para el resto de la población. Nos la merecemos.
No hay vuelta atrás, hacemos algo todos juntos o esta sociedad de por sí enferma, caerá en agonía tarde o temprano.