Ofrecer peras a los niños por las mañanas resulta una idea excepcional, al igual que incluirlas en el refrigerio escolar. Estaremos brindando nutrimentos esenciales, además de energía, para cubrir los momentos de mayor y más importante actividad en el día de nuestros pequeños.
Los niños sí que gastan energía. En primer lugar su metabolismo es más activo: su corazón late un poco más rápido, su respiración es un poco más acelerada y todas sus funciones y sistemas son más intensos que en el cuerpo adulto. Además están en constante movimiento, no paran: juegan, corren y brincan; y aún cuando están aparentemente sentados y tranquilos mueven los pies, las manos, la lengua o los ojos todo el tiempo.
El trabajo que los niños realizan a nivel intelectual es también muy importante. En los primeros 6 años de vida, por ejemplo, se desarrollan funciones y se adquieren conocimientos fundamentales que son esenciales para toda la existencia. Aprendemos a nombrar cosas, a amarrarnos los zapatos, a hablar, sumar y restar, las letras, los sonidos, a expresar los sentimientos, a construir memorias y un sinfín de cosas más.
El cerebro está construyendo en esta etapa otras habilidades que no son evidentes de momento pero se vuelven importantes de adulto como la capacidad de retención o memoria y la capacidad de aspiración o de generar proyectos y metas a mediano plazo.
Y ya en la etapa escolar, ni hablar: los niños pasan al menos cinco horas de trabajo intelectual intenso todos los días, durante 200 días al año, para ser precisos. Sumándole la clase de deporte, las actividades extraescolares, los juegos en equipo o solitarios y las horas pasadas frente a una computadora se vuelven jornadas intensas, de trabajo físico e intelectual demandante.
Todo este trabajo metabólico, físico y mental simultáneo en un cuerpo tan pequeño, acompañado del crecimiento natural de la etapa, requiere de mucha energía. Y la energía para llevarlo a cabo proviene de los alimentos.Tanto las grasas como los hidratos de carbono son fuentes de energía para el cuerpo y sus sistemas. Las primeras aportan 9Kcal por cada gramo, lo que las hace muy concentradas o densas en energía. Mientras tanto, los hidratos de carbono aportan, independientemente del alimento que los contenga, 4Kcal por gramo.
Para el cuerpo es más fácil aprovechar la energía de los hidratos de carbono pues la puede extraer más fácilmente a través de la digestión. Los prefiere por encima de las grasas, que aunque brindan más energía, son más difíciles de romper y utilizar. Además la energía contenida en los azucares, hidratos de carbono sencillos, se puede liberar sin producir residuos. El cuerpo rompe las moléculas de hidratos de carbono por completo, liberando su energía y desechando solo dióxido de carbono a través de la respiración y agua en la orina. ¡Un proceso ideal!
Los alimentos que contienen hidratos de carbono incluyen a las verduras, los cereales o semillas gramíneas y sus subproductos como panes, tortillas o pastas, los postres, bebidas azucaradas y las frutas. Destacan de entre todos éstos las frutas, pues no sólo contienen cantidades importantes de fructosa, sacarosa y glucosa (todos hidratos de carbono naturales que brindan energía para esos cuerpecitos tan activos) sino además aportan cantidades nada despreciables de fibra, agua, vitaminas y minerales esenciales, sobre todo vitamina C y A, potasio y algunas sustancias del complejo B.
Y de entre todas las frutas vale la pena destacar a las peras, por deliciosas y suaves, jugosas y tersas, cualidades que a los niños les encantan y las hacen sus favoritas. Pero sobre todo, vale la pena destacar la importancia de la pera en la dieta del niño por su aporte nutrimental.
En una pera un niño recibe no sólo hidratos de carbono para realizar todas las actividades que incluye su día, sino además el 11% de la vitamina C, poderoso antioxidante, agente preventivo de las enfermedades infecciosas, que necesita en un día; una pieza mediana de pera contiene también 208mg de potasio, la cuarta parte de lo necesario en un día. Dicho mineral ayuda a mantener en óptimo estado el proceso de contracción y relajación de los músculos y previene calambres o contracturas. Finalmente, una pera mediana también aporta el 15% de lo recomendado en un día de fibra. Fibra para la digestión, para prevenir el estreñimiento y favorecer el tránsito intestinal rápido y efectivo que absorba todos los nutrimentos de los alimentos y elimine los desechos lo más rápido posible.
Ofrecer peras a los niños por las mañanas resulta una idea excepcional, al igual que incluirlas en el refrigerio escolar. Estaremos brindando nutrimentos esenciales, además de energía, para cubrir los momentos de mayor y más importante actividad en el día de nuestros pequeños.
Que no te quede duda: los niños y las peras se llevan muy bien. Ellos las disfrutan por su sabor y textura, por su masticabilidad y por ser tan jugosas. Y ellas a cambio, los protegen de las enfermedades y les brindan la energía que requieren para vivir al 100% cada día.