Por sexóloga Montserrat Pedraza Larraguivel, integrante de Vínculo Colectivo.
Hace unos días fui por unas cervezas con unas amigas de la infancia, entre recuerdos y risas hablamos sobre nuestras sexualidades, tema obligado en las pláticas de amigas.
Pude darme cuenta de algo muy interesante, aun cuando mis tres amigas son contemporáneas, con pensamientos y prácticas libres, sin prejuicios, ni tabúes, viviendo sus encuentros sexuales como ellas quieren y con lo que les viene bien, identifiqué diferencias más allá de las “obvias”.
Las pongo en contexto, llamémoslas A, B y C, sé que pueden pensar “que original” pero es rápido y práctico, además los nombres no es lo importante.
“A” vive con su pareja de hace 11 años, no están casados, no tienen hijos ni planean alguna de las dos.
“B” recién terminó una relación de 2 años, es de esas personas que si no tienen tiempo o la necesidad de tener una pareja simplemente no la tiene, no fuerza las cosas ni las está buscando, y se siente bien soltera; además de que se da el tiempo necesario de duelo.
Y a “C” le es un poco más fácil ir de una relación a otra aunque no ha tenido muchas y son de duración promedio, actualmente está en una relación desde hace 3 años.
“A” le es infiel a su pareja, mantiene una relación exclusivamente sexual con un compañero del trabajo, su relación funciona así: alguno de los dos tiene ganas de sexo, le llama al otro, se ven un par de horas y después cada uno a lo suyo”.
Sin más, sin rodeos, directo a lo que necesitan y a lo que van, sin mensajes durante el día o tiernos, sin citas, sin peleas, celos, es más, sin besos.
De hecho es una regla de “A” nada de besos. Saben que su relación no es ni la quieren para algo más, más que para satisfacer ese deseo sexual, que al ser secreto le da un toque de adrenalina o variación. El resto del tiempo no se hablan ni nada.
“C” decidió abrir su relación, solo sexualmente, porque se dio cuenta que quería tener relaciones sexuales con hombres, pero no quería mentirle a su pareja, no es que no disfrutara el sexo con ella, solo que es diferente con hombres, más allá de lo evidente.
Y eso pasó, abrieron la relación y ambas han mantenido encuentros ocasionales con otras personas sin importar el género o preferencia genérica. Otra diferencia que hay con ”A”, es que “C” sabe y comunica que necesita ser besada por la otra persona, es algo que le ayuda a excitarse y disfruta.
Por su parte, “B”, dice textualmente “¿cómo pueden tener relaciones con otras personas y no poner sentimientos de por medio?Es algo que yo no podría hacer, por ejemplo, hace un mes estuve con un chico que conocí en Tinder, fuimos a comer y después a su casa, la pasamos bienpero al otro día si estaba esperando el mensaje de buenos días o algo así tierno”.
De hecho afirmó que no se imagina ni siquiera diciéndole a alguien más que se vean solo para tener relaciones, esperaría que la otra persona lo haga o no tener sexo hasta que sea con su pareja.
Yo soy muy visual, por lo que mucho de lo que me platican lo imagino y/o lo pongo en escalas, niveles, etc., este caso no fue la excepción.
Solo podía ver a mis amigas en diferentes momentos del vivir su sexualidad, con esto no quiero decir que alguna esté bien o mal, cada una lo vive como quiere, puede y desea, todas están en lo correcto, pero sí me pareció un tanto gracioso, al compararlas, que “A” directo a lo que va, sin besos, emociones, ni rodeos.
“C” entiende que puede haber emociones o afecto, incluso necesita un contacto que algunos consideran más íntimo.
Mientras que del otro lado, “B” no se siente tan capaz de hacerlo salvo que sea su pareja, y cuando no lo es espera una respuesta de la otra persona más afectiva.
A mí como amiga y sexóloga, no me queda más que disfrutar, escuchar, observar y aprender. ver como cada una vive su sexualidad de forma correcta de acuerdo con sus principios, valores y necesidades, no sé si alguna de las tres cambie costumbres, modifiquen o eliminen prácticas.
Lo importante es que están disfrutando su sexualidad, que hasta cierto punto saben qué quieren qué necesitan y van por ello, lo consiguen, aparentemente sin afectar a terceros.
No somos quienes para juzgar o evaluar las conductas de los demás. Pero sí me gustaría invitarlas, a mis amigas, a mis personas, a ustedes lectores a disfrutar su sexualidad, en toda la extensión de la palabra, solas o acompañadas.