La alimentación es el eje de la salud y la bromatología, la ciencia encargada de estudiar cómo los alimentos que consumimos, y su asimilación en el cuerpo, influyen en nuestra calidad de vida.
Sin embargo, durante los últimos 10 años, la incesante carrera que lleva la investigación rompe toda clase de paradigmas y productos como el cacao o el vino tinto, iconos del placer y la buena mesa, emergen como terapias alternativas.
¿De qué hablamos? Seguro hemos escuchado más de una vez ya sobre la “chocolaterapia” y la “vinoterapia”.
La vinoterapia, concretamente, nació en Graves, Francia, hace sólo 12 años. Se trata de una región aledaña a Burdeos que es conocida justamente por la calidad de su uva y sus vinos.
Los creadores del experimento son Matilde Cathird y Bertrand Thomas, ambos investigadores vitivinícolas que encontraron las facultades terapéuticas de lo que hasta ahora sólo había sido el complemento de una buena mesa.
Venerado por griegos y por los egipcios, el vino estimula el sistema cardiovascular y facilita la metabolización de las grasas. Y sus táninos (compuestos que abundan en algunas plantas y frutos con propiedades astringentes y antiinflamatorias), calcio, sales minerales y antioxidantes frenan el envejecimiento del organismo.
Por sus características, las virtudes terapéuticas del vino se han enfocado esencialmente al área estética, pero hay mucho más, porque la aplicación de dicho producto sobre la piel fortalece los vasos sanguíneos y es liberador de estrés.
Cada cepa tiene un efecto distinto: la sauvignon es relajante, la cabernet y merlot son útiles en el tratamiento de eczemas simples en la piel.
Y aunque en México el concepto esté ligado a los spas de lujo, esta concepción podría cambiar muy pronto ya que en el viejo continente su utilización es accesible para todo tipo de bolsillos, por la simple razón que 100 ml. de vino tinto (una copa mediana), son suficientes para realizar una aplicación en rostro, nuca y manos.
Y media botella permite un baño de frotación para el cuerpo completo. Sin duda, no debe tratarse de un vino caro para obtener los beneficios.
Con respecto al chocolate, tiene tantos defensores como detractores. En su estado puro (100% cacao) es una fuente de oligoelementos, como hierro o cobre, y de vitamina E.
De acuerdo con un estudio realizado por la Universidad de Harvard y publicado este 2008 por la revista Chemistry & Industry, la epicatequina, sustancia que contiene el cacao al natural (por cierto, también presente en vinos y algunos tipos de té), coadyuva a reducir los riesgos de cáncer, paros cardíacos y diabetes.
Pero ojo, porque no hablamos de esas exquisiteces que son mezcla de leche, azúcar y cacao. No. Se trata del chocolate negro, amargo, ése que se parece mucho más al que consumía el México del siglo XV, no el actual.
Aplicado sobre el cuerpo, el chocolate 100% cacao nutre y drena la piel, mejora la circulación y reduce el estrés. Y en este caso, una barra de 150 gramos, derretida y entibiada posteriormente, permite una aplicación uniforme en todo el cuerpo.
¿Hedonismo, alimento o nuevas herramientas de salud?
Sin duda, un poco de todo. Las nuevas terapias hurgan en lo básico y lo transforman. Y cada uno decide qué nos va y qué estimamos superfluo.