diciembre 22, 2024

Dietas

Luisa Maya Funes
Luisa Maya Funes

Es evidentemente frustrante someternos a un régimen con la finalidad de bajar de peso, sentir que nos hemos torturado o sacrificado “casi sin comer” y confrontarnos con el hecho de que la báscula no se movió, pero también resulta importante ser autocríticos y evaluar las verdaderas razones por las que no se alcanzaron los resultados esperados.

Podemos observar que esta situación sucede con mayor frecuencia en personas que se someten repetitivamente a múltiples regímenes con la finalidad de disminuir su peso corporal, pero al llegar a un determinado peso se estancan y repentinamente dejan de adelgazar, o en el peor de los casos recuperan el peso perdido o, incluso, después de haber reducido su peso llegan a aumentarlo, terminando con un mayor grado de obesidad; éstas personas pueden llegar a convertirse en auténticos cazadores de dietas, pero sin alcanzar jamás los resultados deseados, por lo que habría que analizar su conducta alimentaria a lo largo del proceso de reducción.

Son muchas las causas que pueden llevarnos a éste tipo de fracasos; aquí analizaremos brevemente algunas de ellas:

Trastornos metabólicos, genéticos o endocrinos. Existe una multiplicidad de causas de ésta índole por las cuales nos puede resultar difícil bajar de peso; ya sea por trastornos tiroideos, hipotalámicos, ováricos, corticales, diabetes, síndromes genéticos, etcétera, sin embargo, las estadísticas han demostrado que sólo el 2 a 4% de los pacientes con sobrepeso u obesidad padecen éste tipo de trastornos; en los casos restantes el sobrepeso se debe a su excesivo consumo alimentario, inadecuados hábitos de comida o, a la falta de actividad física, y el sedentarismo.

Origen del sobrepeso. Hay que evaluar de dónde surge nuestro sobrepeso; si se debe a alguna causa de origen orgánico, habría que acudir con un buen especialista, pero no un médico que somete a todos sus pacientes al mismo tipo de tratamiento, sino a uno que evalúe el origen de nuestro problema y nos diseñe un tratamiento personalizado acorde a nuestras necesidades individuales. También debemos analizar o considerar en forma autocrítica desde cuándo hemos presentado sobrepeso, cómo se inició, si desde la infancia, la adolescencia o en qué etapa de la vida adulta, si su inicio se vincula con algún factor causal de tipo orgánico o psicológico especifico. ¿Cómo hemos vivido nuestro sobrepeso? ¿Cómo nos ha afectado? ¿Cuál ha sido la historia o la trayectoria de nuestra obesidad? o, en su caso, la evolución de las recaídas y las causas que las han originado y, en función de ello, elegir un especialista o un régimen adecuado.

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Actitudes personales y familiares respecto a la alimentación. Es común toparnos con familias donde todos sus miembros son obesos, por lo que es sobrepeso es algo esperable dentro de ese contexto familiar, u otras, en las que hay uno o dos miembros con sobrepeso, los cuales pueden ser el blanco de las burlas o agresiones familiares afectando su autoestima. Es importante evaluar nuestra dinámica familiar en relación a la comida; a veces ésta se vuelve un estilo de interacción o comunicación donde toda la familia se reúne sólo para comer, o la comida puede servir como premio, castigo, o agasajo, enseñándonos a depender de los alimentos en momentos específicos de nuestras vidas, como a situaciones de alegría, depresión o ansiedad. Si esto nos sucede, habría que evaluar como corregirlo.

Alteraciones de la imagen corporal. Con frecuencia nos hemos acostumbrado a mantener un peso o una imagen corporal específica y, al modificarla, a nivel subconsciente, quienes presentamos sobrepeso podemos sentirnos fuera de lugar, ya sea que al subir de peso nos deprimimos al ver reflejada nuestra imagen en el espejo, o que al bajarlo nos sentimos “chupados”, débiles o demacrados y no logramos adaptarnos a nuestra nueva figura, o en el caso de algunas personas que han padecido algún tipo de abuso sexual, el sobrepeso puede presentarse como un factor de protección previniendo que al verse “atractivos” lleguen ser víctimas de un nuevo ataque o agresión. Para ello existe la psicoterapia o la terapia frente al espejo. Otro elemento importante es que al vernos más delgadas e ir incrementando nuestra autoestima “nos confiamos” y dejamos de hacer las cosas con el mismo nivel de compromiso, permitiéndonos cada vez más libertades y transgresiones hasta el punto de perder el control.

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Manejo de la ansiedad. Desde el punto de vista psicológico todos tenemos algún mecanismo específico para el manejo de nuestras tensiones y ansiedades; generalmente las personas con sobrepeso tienden a hacerlo a través del excesivo consumo alimentario, de tal forma que pueden llegar a bajar de peso, pero frente a las situaciones de estrés, si no modifican su conducta alimentaria tenderán a presentar recaídas y, por lo tanto, volverán al sobrepeso.

Conducta alimentaria. Otro elemento a considerar es nuestra actitud frente a la comida; saboteamos nuestro régimen alimentario manipulando el tamaño de las porciones que debiéramos consumir, o comemos perdiendo el control y manipulando la dieta, así sustituimos unas cosas por otras aunque en el fondo estamos bien concientes de que no son equivalentes; podemos suplir una fruta por un pastel o podemos permitirnos imaginar que algunas bebidas alcohólicas no contienen calorías cuando sabemos que están saturadas de ellas, o mediante el descontrol frente a la comida al restringirnos hasta casi “morir de hambre” y luego “desquitarnos” comiendo desaforadamente, o al ponernos tentaciones enfrente sabiendo que somos incapaces de manejarlas, o mediante nuestros pequeños “permisos o premios” tras haber “hecho” la dieta sin considerar todo lo que la hemos manipulado y, en fin, tantas y tantas trampas que somos capaces de hacer, pero incapaces de ver.

Objetivo de bajar de peso. Generalmente no lo tenemos suficientemente definido, nos sometemos a un régimen por recomendación de la pareja, la familia, los amigos o el médico. O también porque deseamos vernos bien para un evento o para un anhelado viaje a la playa o al crucero pero sin establecer un compromiso firme y definitivo con nuestra salud, nuestra autoestima y nuestra imagen corporal.

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Como podemos observar no son las dietas las que no funcionan, somos nosotros los que no hemos decidido funcionar con las dietas. Podemos pasar de una dieta a otra sin comprometernos con ellas y establecer cambios permanentes en nuestro estilo de vida, en nuestros hábitos de alimentación, en nuestra conducta alimentaria, en nuestro nivel de actividad física y, muy especialmente, con nuestro proyecto de ser delgados.

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