Control de las emociones
En los últimos años, se ha hablado mucho acerca del concepto “inteligencia emocional” en todo tipo de foros y círculos sociales. Asimismo se ha incluido como un requisito importante en los perfiles de selección y contratación de personal de las empresas, e incluso, escuchamos todos los días comentarios como “esa persona tiene cero inteligencia emocional”; pero ¿realmente sabemos a qué se refiere este término?
La inteligencia emocional podría definirse como la capacidad de sentir, entender y aplicar eficazmente el poder de nuestras emociones.
¿Cómo es una persona inteligente emocionalmente?
• Acepta y comprende sus propias emociones y las ajenas,
• Expresa sus emociones de forma productiva,
• Genera empatía hacia las emociones de los demás,
• Se hace responsable de sus propias emociones.
¿De qué depende que una persona desarrolle la inteligencia emocional?
El manejo asertivo de las emociones (inteligencia emocional), es una capacidad que se aprende y se desarrolla en el ámbito familiar desde la infancia temprana. La forma en cómo los padres expresan y manejan sus emociones determinará la forma en la que los hijos se comportarán en el aspecto emocional en el futuro.
En este sentido, si nos tocó vivir en una familia en la que no se reconocían ni expresaban de forma abierta las emociones, resultará complicado que nosotros podamos expresar libremente nuestros sentimientos, pues es algo que no aprendimos.
Otro factor que influye negativamente en la adquisición de la inteligencia emocional, es que en algunas familias, se le pide al niño que se comporte y reaccione de tal forma que corresponde más a las reacciones de un adulto que de un niño. Un ejemplo muy típico de esto es cuando se le pide a un niño que no llore cuando se cae del columpio; en ese momento, quizá sería importante considerar que el niño sintió miedo al caer y, quizá, dolor físico.
Una reacción más apropiada consistiría en ayudar al niño a entender por qué llora y, posteriormente, ayudarlo a tener una reacción acorde al estimulo, es decir, ayudarlo a expresar su miedo o dolor, pero a través de una reacción productiva y no a través del berrinche.
Muchos autores afirman que otro factor en contra del desarrollo de la inteligencia emocional es la educación en la escuela, pues la mayoría de los Colegios centran su preocupación en enseñar contenidos académicos a los niños y no en desarrollar sus habilidades emocionales, por lo que se plantea que la educación en la escuela debería asignar más tiempo a amar a los alumnos, luego educar y, por último, enseñar.
Lamentablemente, hoy en día vivimos en un mundo muy competitivo, en el cual la persona pareciera ser valorada por la cantidad de conocimientos y datos que tiene almacenados y no por sus habilidades de comunicación, de aceptación y expresión de sus emociones.
Guadalupe Aguilar Kubli, psicóloga experta en inteligencia emocional en niños, afirma que para desarrollar la inteligencia emocional en los niños se requiere de 5 pasos:
• Ayudarlo a tener conciencia de sus emociones,
• Ayudarlo a reconocer la emoción como una oportunidad para la aproximación y la enseñanza,
• Escucharlo con empatía y convalidar los sentimientos del niño,
• Ayudar al niño a poner nombre a su emoción,
• Fijar límites, identificando las metas y brindando alternativas, esto es, dejar al niño que él elija la solución en torno a la emoción que está
experimentando.
¿Qué ocurre si como adulto me percato que no sé manejar asertivamente mis emociones?
El paso más importante es reconocer que tenemos un problema y que nuestra poca capacidad para manejar nuestras emociones nos está causando algún tipo de inadaptación en nuestras relaciones de pareja, con amigos o en el trabajo. El segundo paso consiste en pedir ayuda. Muchas veces aunque estamos conscientes del problema y deseamos cambiarlo, no sabemos cómo ni por dónde empezar, por lo que se recomienda asistir con un especialista que guíe y brinde información correcta.
Consejos para desarrollar la inteligencia emocional en niños:
• Es importante asignar responsabilidades, de esta forma el niño se sentirá productivo y con un lugar y rol importante.
• No castigar, ayudar al niño a que visualice las consecuencias negativas de sus decisiones. La palabra “castigo” genera rechazo y enojo.
• Permitir un ambiente familiar y escolar en el que se promueva la libre aceptación y expresión de los sentimientos.
• Evitar caer en prejuicios, en torno a la expresión de las emociones según el género. Ejemplo: “los hombres no lloran”, “las mujeres son cursis”.
