[media-credit name=»ilolab » align=»aligncenter» width=»562″][/media-credit]Desde hace más de veinte años, han surgido datos en la investigación clínica, que indican una posible relación entre el tener un peso bajo en el nacimiento y el desarrollo de depresión en la vida adulta.
El bajo peso natal se ha relacionado también con otro tipo de padecimientos como las enfermedades cardiovasculares, la hipertensión y la diabetes tipo II.
La hipótesis que sustenta esta asociación es que el recién nacido, expuesto a condiciones de fallas nutricionales durante la gestación, maximiza sus capacidades fisiológicas de adaptación para poder enfrentar la condición del desbalance. Este ajuste fisiológico que le permite enfrentar el déficit y sobrevivir, tiene como costo el que en etapas posteriores de la vida se incrementa la susceptibilidad para el desarrollo de enfermedades crónicas.
Sin embargo, la evidencia de esta relación no se ha podido comprobar totalmente. En el caso de la depresión, los estudios de cohorte de poblaciones abiertas han dado resultados variados por lo que se considera que no se puede afirmar que en realidad exista esta asociación.
No obstante, los resultados llevados a cabo con poblaciones de alto riesgo (por ejemplo, individuos que fueron expuestos a condiciones de hambrunas) encuentran una clara asociación entre el bajo peso al nacimiento y la depresión en la vida adulta.
Un estudio ilustrativo en este sentido es el que se llevó a cabo en Holanda y que encontró que los hijos de las mujeres que sufrieron la hambruna invernal de 1944-45 en el primer y segundo trimestres de su embarazo, tuvieron como adultos un mayor riesgo de enfermedades del estado de ánimo.
Sin embargo, los críticos de estos resultados, argumentan que ésta es una asociación difícil de determinar debido a que es posible que hayan intervenido otros factores. Estas discrepancias han dado lugar al diseño de estudios epidemiológicos más adecuados que permitan comprobar o rechazar esta hipótesis. En una publicación reciente aparecieron los datos de un trabajo de revisión sistemática del tema dirigido a determinar si realmente se podía comprobar esta asociación. Los autores determinaron definir un límite <2500 g, como bajo peso al nacimiento.
Efectuaron una búsqueda sistemática en la bibliografía científica incluyendo sólo a trabajos con los siguientes criterios:
- el estudio era original,
- peso bajo fue la variable de exposición,
- la depresión o los síntomas depresivos fueron las variables de desenlace y se determinaron con la aplicación de escalas o con entrevistas diagnósticas.
Incluyeron estudios tanto de cohorte como de casos y controles y se excluyeron los estudios que incluían a casos de alto riesgo. Su estrategia dio por resultado la adquisición de 1739 casos provenientes de 26 estudios. Once de ellos confirmaban la hipótesis de que el peso bajo al nacer se asocia a la depresión en la vida adulta, mientras que el resto (15) no encontraron evidencia de esta asociación.
Sus conclusiones son que si bien se identificó un pequeño impacto con significancia estadística entre el bajo peso al nacer y el riesgo de depresión en la vida adulta, esta asociación deberá tener una interpretación cuidadosa. Por el momento piensan que lo más apropiado es considerar que aún no hay suficiente evidencia para sustentar tal asociación.
Referencia
- Información Clínica del Instituto Nacional de Psiquiatría. Boletín informativo (VOLUMEN 24, NÚMERO 4, ABRIL 2013.)