Parece que llegar a ella siempre ha sido un asunto de enfermos, lo digo porque prácticamente todos los testimonios de éxito en esta dieta han comenzado con una historia del terror; como la mía.
Esta forma no sólo de alimentación, sino de vivir, fue planteada por George Ohsawa en los años treinta del siglo pasado, como una manera de equilibrar el cuerpo y el espíritu a través del Yin y el Yang, fuerzas que según los orientales representan lo femenino y masculino respectivamente. Pero en términos más simples, se trata de equilibrar el organismo a través de los alimentos. Algunos de sus beneficios más puntuales a la salud, son:
- Más energía
- Mejor sistema digestivo
- Pérdida de peso
- Piel más saludable
- Sistema cardiovascular más sano
- Mayor capacidad de atención y memoria
La parte más importante de la dieta está conformada por cereales: arroz integral, amaranto, avena, maíz; después vienen las verduras, legumbres y algas. Todo lo demás se puede ir comiendo en pequeñas porciones, una vez por semana o por mes, según sea el caso.
Nada está prohibido si se consume con moderación
Aquí no hay reglas rígidas, se trata de darle a tu cuerpo lo que necesita, tomando en cuenta no sólo tu estado inicial de salud, sino el tipo de actividad que realizas. Además, de que los alimentos que se consumen deben ser orgánicos y regionales, es decir, los que sean de temporada y que se encuentren cerca del lugar en el que vives.
Es impresionante escuchar los testimonios de gente que con cáncer y otras enfermedades graves, ha logrado salir adelante siguiendo esta clase de dieta. Por supuesto, en Plenilunia, nunca ponemos esto antes que una atención adecuada con tu médico, pero sí consideramos que la salud se conforma de un montón de cosas y la alimentación es uno de los pilares para alcanzarla o conservarla en su caso.
Es importante que aunque se trata de una manera de alimentación basada en la intuición y escucha de lo que tu cuerpo necesita, si tienes algún padecimiento grave, consultes con tu médico y con un especialista en macrobiótica para que diseñen una dieta adecuada para ti.
Como se ve, esta manera de vivir no sólo vincula tu cuerpo y espíritu, sino que te pone en armonía con todo lo que te rodea. Y aunque parece una cosa zen demasiado inalcanzable para este mundo loco en el que vivimos, al menos te dará un esquema diferente con el cual elegir los alimentos estés donde estés, por ejemplo, te ayudará a preferir siempre lo integral, nada de chatarra. En fin, a vivir y pensar de manera saludable.