¿Cómo hacer que mi niño pequeño baje de peso?

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Apoyo emocional

Actualmente, la obesidad infantil es un problema mundial y cada vez más preocupante en nuestro país. Es muy importante que los padres estén muy al pendiente de ello y quitarse tabúes y costumbres sociales que sostienen y fomentan este problema con frases como: “barriga llena, corazón contento” o “los bebés gorditos son más sanos”. No obstante, lo cierto es que la sobreprotección y excesiva permisividad, así como la sociedad consumista en la que vivimos dificultan que los niños puedan desarrollar un autocontrol con respecto a su alimentación.

Por otra parte, es importante mencionar que el cuerpo de los niños está en constante crecimiento y cambio, lo cual se ve reflejado en la rapidez con la que cambian la ropa que utilizan y también en el apetito que pueden tener. En muchos casos, estos cambios y ganas de comer son normales, pero cuando el niño empieza a tener una hambre desmedida y aumenta irregularmente de peso, es importante que los padres comiencen a poner más atención en los hábitos alimenticios de sus hijos: reducir la cantidad de azúcar (dulces, refrescos…), harinas (pizza, pan…) y grasas (frituras en general). Asimismo, es necesario descartar algunas cuestiones hormonales que pueden influir en el desarrollo de la obesidad.

Sin embargo, no sólo es necesario revisar qué consumen los niños y la parte fisiológica, sino también es importante detectar en qué momento lo hacen; es decir, si hay alguna emoción relacionada con el consumo excesivo de alimentos o si, incluso, es parte de la competencia con los otros niños para ver quién come más. Es posible que cuando un niño tiene problemas de obesidad, no sólo exista el factor físico, sino también el emocional, tanto como causa como consecuencia.

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Una de las principales emociones relacionada con la obesidad infantil es la angustia, la cual puede ser ocasionada por problemas personales, familiares, escolares y/o con los amigos. Todos estos factores pueden desencadenar una forma de comer desmedida que calme aparente y momentáneamente estos sentimientos que invaden al niño, pero con el sobrepeso se pueden generar nuevas angustias y tristezas por el posible rechazo social.

De esta forma, cada vez más, el sobrepeso puede ir convirtiéndose en un problema emocional que dañará la autoestima del niño, la imagen corporal y el desarrollo biopsicosocial del niño; por lo cual, resulta necesario que este conflicto sea atendido en cuanto se detecte en cualquier niño y a cualquier edad, y de manera multidisciplinaria, es decir, no sólo el pediatra o nutriólogo debe apoyar en esto, sino que también la familia, la escuela y un psicólogo deben involucrarse en el problema de la obesidad del niño.

Por lo tanto, para que un hijo baje de peso, inicialmente hay que detectar y aceptar la obesidad del niño, poner atención en el cambio de hábitos alimenticios e, incluso, en la forma de dar de comer los alimentos y hacerlos atractivos para el pequeño. Asimismo, también tiene que ver con el ambiente que se genera en la familia a la hora de la comida, ya que si se come en un área agradable y tranquila será mucho más fácil aprender a comer sanamente.

Otro punto importante a considerar son los comentarios y formas en las que los papás se refieren a sus hijos; es decir, entre más se refuercen ideas como que el niño es “el gordito”, o se hagan comentarios despectivos como: “deja de comer eso… por eso estás así de gordo” o “nadie te quiere por gordo, ya ponte a dieta”, el niño lejos de sentirse motivado, se sentirá rechazado y juzgado, lo cual tendrá consecuencias en su estado de ánimo (tristeza, enojo, ansiedad) y, posiblemente, como medio de alivio momentáneo, comerá más.

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Por estas razones, el apoyo emocional se vuelve fundamental para ayudar a un niño a bajar de peso, y el psicoanálisis infantil puede ser una buena opción, ya que apoyará a la familia y especialmente al niño a manejar sus emociones de diferente manera, a expresarlas y a poder controlarlas, además de favorecer la tolerancia en el niño, que provocará tener un mayor autocontrol con la comida y en otras áreas de su vida que estén impregnadas de emociones intensas.

Finalmente, es importante comprender que un niño que padece sobrepeso no es una casualidad ni una expresión de buena salud, sino que es un problema que debe atenderse lo más pronto posible a todos los niveles, ya que también la obesidad nos habla de que el pequeño está teniendo un conflicto emocional que no sabe expresar de diferente manera y lo oculta bajo una capa de grasa difícil de disolver.

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