Los celos en la mujer

Así como el amor, la alegría, la tristeza y el enojo, los celos son una de las emociones que, entre otras tantas, han acompañado al ser humano a lo largo de su vida; se trata de emociones que cumplen con la función de expresar nuestros sentimientos. Ahora bien, al hablar específicamente de los celos, éstos tienen que ver con la necesidad de sentirse seguro.

Los celos manifiestan una reacción natural de ansiedad ante una posible pérdida de la persona amada. Lo que determina si los celos son patológicos o no, es la intensidad de estos por un lado y, por otro, la existencia o no de una causa real que represente una posible amenaza de pérdida del ser amado. Los celos son una muestra de desconfianza y de sospecha.

Cuando nos mostramos celosos experimentamos sensaciones inherentes a nuestra condición humana y, a la vez, manifestamos un comportamiento adquirido y heredado de nuestra cultura, forma de vida e historia personal.

Los celos nos acompañan a lo largo de nuestro desarrollo. Es normal sentirlos ante el nacimiento de un hermano, y a veces son parte de cierto romanticismo en las parejas o con los amigos; sin embargo, los celos están estrechamente ligados a la autoestima y la intensidad de éstos tiene que ver con qué tan seguro se siente uno de sí mismo.

Cuando la persona se siente vulnerable al tener poco amor propio es más factible que se sienta más celosa. Los celos son la expresión abierta del temor a que la persona a quien amamos prefiera a otra.

Asimismo, los celos, cuando son desmesurados, representan un sentimiento confuso y paralizador que puede llegar a fragmentar una relación, hacerle daño a la persona amada y, al mismo tiempo, a uno mismo.

En general, los celos y su intensidad no tienen que ver con una cuestión de género; digamos que los sentimientos son universales, y el sentir o no sentir celos intensos va ligado a la historia personal de cada quien, su propia autoestima y sentimiento de seguridad que tanto desarrollan su auto confianza y, por ende, la capacidad de confiar en el otro, seas hombre o mujer.

En lo que sí podemos encontrar cierta diferencia es en la forma en que este sentimiento se expresa. Se puede observar que los hombres son más agresivos y, de alguna forma, más directos y controladores cuando se sienten celosos, a diferencia de las mujeres que suelen ser más sutiles y verbales, quizá debido a la cultura y roles de género.

La mujer celosa en exceso marca su territorio, tiende a pensar que él le pertenece, se molesta si su pareja mira a otra y se crea ideas e historias en su cabeza, tiende a exagerar, revisando, por ejemplo, los mensajes del celular o la computadora de su pareja. Tiende a ser muy posesiva y no deja que su pareja salga solo o con amigos, ya que piensa que se puede ir con otra.

Pero todo ello va ligado a la baja autoestima que la mujer celosa tiene de ella misma. La mujer celosa se caracteriza por su inseguridad, duda constantemente si, en verdad, la quieren y por eso piensa que su pareja la puede dejar en cualquier momento. Cuando hay celos enfermizos en una relación, ésta tiende a irse afectando y complicando, ya que los celos excesivos son una clara expresión de desconfianza, siendo la confianza uno de los pilares principales que sostienen la relación.

La esencia de los celos y la destrucción que provocan cuando son desenfrenados es el mismo independientemente de si se es hombre o mujer la persona celosa; lo que varia es la expresión de los celos y la manera de enfrentarlos.

Cuando una relación se ve afectada a causa de los celos es importante encontrar un espacio de comunicación con la pareja, revalorar si, además del amor que los une, existe la confianza indispensable para construir una relación sana y enriquecedora. Se debe reflexionar sobre la propia valía y el origen de los celos, poner las cosas en contexto y valorar en qué medida se trata de una situación justificada o un simple temor ligado a sentimientos de envidias, baja autoestima y una gran necesidad de control, más que algo que tiene que ver con la relación de pareja en sí.