FRIGIDEZ

La expresión “frigidez” contiene una gran cantidad de mitos, tabúes y estereotipos de género, en los que el aspecto que sobresale es una fuerte carga sexista y misógina: las mujeres con alguna alteración indeseable de su vida erótica serían algo así como hieleras, congeladoras o refrigeradores. Con ese término no se hace referencia a que el deseo, la excitación o el orgasmo representen displacer para quien presente incomodidad o malestar con su vida sexual, sino que se está aplicando un calificativo por demás ofensivo y discriminatorio.

Además de ser una denominación que alude a la “frialdad sexual”, el término frigidez resulta tan peyorativo como la palabra “impotencia”, aplicada generalmente a los hombres con disfunción eréctil.

Ambos términos, impotencia y frigidez, deben ser eliminados del lenguaje médico y popular. De hecho, educadores sexuales, sexólogos, sexólogas y terapeutas sexuales hemos suprimido de nuestro vocabulario dichas palabras desde hace mucho tiempo.

Acaso sea necesario insistir una vez más en que las mujeres con disfunciones de la vida erótica no son “frías”, sino simple y llanamente, personas que presentan un daño en su salud sexual, el cual, por cierto, tiene solución. Piense en esto el lector o lectora: ¿será lo mismo decirle a una mujer: “¡eres una frígida!”, que comentarle: “eres una persona que actualmente tiene una disfunción erótica”?

Más allá de denominaciones anacrónicas, hostiles o fuera de lugar, es necesario reforzar y difundir una terminología humanista, científica y propositiva. Es necesario reconocer que la frigidez no existe, pues no hay mujeres frías.

El término idóneo para referirse a las alteraciones negativas y persistentes de una o más fases de la respuesta sexual humana, es el de disfunciones eróticas. Aunque hay libros y artículos no actualizados que se siguen refiriendo a estas afecciones de la salud sexual como “disfunciones sexuales”, parece ser más correcto el nombre antes mencionado. Es decir, sexualidad es un concepto amplio e incluyente conformado por: sexo (aspectos biológicos), género (factores psicológicos y socioculturales), reproductividad, relaciones afectivas- amorosas y erotismo. Este último, como ya se ha esbozado antes, alude al fenómeno humano del deseo, la excitación y el orgasmo. Éstos, a su vez, implican diversos elementos intelectuales, sociales y emocionales.

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Por lo antes dicho, el concepto disfunciones eróticas es más propio que el de disfunciones sexuales, habida cuenta de que lo erótico en este caso es más específico que lo sexual, que se refiere a toda la sexualidad, término considerablemente más amplio.

¿Cuáles son las disfunciones eróticas femeninas que errónea y bárbaramente se clasifican bajo la etiqueta común de “frigidez”?

Presento aquí una breve lista:

• Disminución e inhibición del deseo.

• Aversión y fobia sexual.

• Excitación periférica persistente (erróneamente llamada deseo persistente).

• Preorgasmia

• Anorgasmia

• Dispareunia

• Vaginismo

Las causas de estas disfunciones son variadas, pero básicamente pueden ser de origen físico (orgánico), emocional, sociocultural o mixto.

El profesional de la salud sexual que científica y actitudinalmente está preparado para atender estos problemas, es la persona dedicada a la terapia sexual. En manos profesionales y éticas, las disfunciones de la vida erótica son perfectamente solucionables mediante un proceso terapéutico en cualquiera de sus modalidades: individual, de pareja o grupal.




Escrito por

Médico sexólogo y psicoterapeuta Más información en: www.caleidoscopia.com


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