La hipertensión arterial en México

La hipertensión arterial (HTA) es una prioridad en la cobertura y atención de salud pública debido a que afecta a 20 millones de mexicanos, es una enfermedad que causa daño vascular sistémico, disminuye la calidad de vida y es de los factores de riesgo más importantes en la consecución de padecimientos cardiovasculares y cerebrovasculares, la principal causa de muerte en México y el mundo.

La HTA es una enfermedad que afecta tanto a hombres como mujeres, aunque a los primeros les afecta de manera más frecuente y en el caso de las mujeres las estadísticas se emparejan cuando pasan a la menopausia; si bien se ha identificado que desde los 13 años se dieron los primeros pasos de la enfermedad en aquellos que la padecen.

La carga global de la enfermedad, que va de la mano de la Diabetes Mellitus 2 (DM2), es la más elevada del mundo, con un costo del 30% del total del gasto en medicación a nivel mundial pero su impacto es mayor en los países pobres como México.

De los 20 millones que la padecen en el país, menos del 10% están controlados de manera adecuada, y lo que es peor: del gasto anual de la Secretaría de Salud (Ssa) para su prevención y control, sólo se aprovecha menos del 4%, “lo que representa un desastre porque se les da a los pacientes algo que no les va a servir”, afirma el Dr. Luis Alcocer Díaz-Barreiro, jefe del Servicio de Cardiología del Hospital General de México.

“Aunque por mucho tiempo se tenía la certeza de que los problemas de HTA estaban circunscritos a los países desarrollados, la realidad es muy cruda porque el 80% del padecimiento se centra en los países pobres”, además de que otros paradigmas como el de que es un padecimiento de las grandes urbes como el Distrito Federal “resulta una falacia, porque la Ciudad de México es la ciudad de menor prevalencia que en el resto del país”.

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Médico cardiólogo con maestría en Administración de Hospitales y Salud Pública, profesor titular de la especialidad de Cardiología en la Facultad de Medicina de la UNAM e investigador titular de los Institutos Nacionales de Salud, recientemente publicó en revistas internacionales un estudio sobre la realidad de la hipertensión arterial en América Latina.

En este artículo el especialista asienta que hoy en día subsisten términos equivocados para calificar la categoría de enfermedades como la HTA, “a la cual se conoce como una enfermedad crónico degenerativa, cuando en realidad forma parte de las enfermedades crónicas no transmisibles, pues si se tiene un control adecuado no tiene por qué ser degenerativa”.

Es decir que “la HTA como término hace más mal que bien al comprobarse que los medicamentos para su control benefician a quienes incluso son propensos de padecerlo, si se comprende que el mal se empezó a gestar desde los 12 o 13 años y que entre sus causas destaca la carga genética o hereditaria”.

La edad en la que se presentan más complicaciones a causa de la HTA es entre los 45 y 49 años, al derivar como cardiopatía isquémica, debido a dislipidemias o la elevada concentración de grasa en arterias o por DM2.

“Estas complicaciones a nivel global representan pérdidas por 84 mil millones de dólares en 24 países del mundo, que incluyen a México y Estados Unidos”.

Para México el problema es más grave, dado que ya no es un país considerado entre los que estaban en “vías de desarrollo, porque ya nos salimos del círculo de naciones que van a crecer y hay un estancamiento económico con graves consecuencias en la atención de enfermedades prioritarias como la HTA”.

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Con todo, el también académico emérito de la Academia Mexicana de Cirugía y titular honorario de la Sociedad Mexicana de Cardiología, entre múltiples cargos distinguidos, subraya que a un paciente mexicano le cuesta controlar la hipertensión arterial “120 dólares anuales contra mil 800 que le puede costar a un paciente de Estados Unidos”, un gasto que muchas veces paga el sistema de salud pública.

Esta razón, añade, “sería más que suficiente para que los pacientes mexicanos lleven un control estricto de la hipertensión arterial y no permitan que se les complique con enfermedades cardiovasculares que van a perjudicar su calidad de vida o que pueden terminar en el panteón”.




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